TORRE DE BABEL
La historia de la Torre de Babel se relaciona con uno de los temas más universales del relato mítico fundacional. Las religiones y los mitos étnicos suelen dar respuestas a todo, como los orígenes y el desarrollo del lenguaje oral. La mayoría de las mitologías no creen que el hombre sea el inventor de las lenguas, pero sí creen en un lenguaje único divino que antecede a las lenguas humanas. El Lenguaje místico usado para comunicarse con los animales o espíritus, como el lenguaje de los pájaros, también es común en los relatos y fue de especial interés durante el Renacimiento.
En el relato de la Torre de Babel, del libro del Génesis en el Antiguo Testamento, Yahveh «castiga» a la humanidad por su arrogancia y hostilidad exponiendo al hombre a gran variedad de lenguas. Pero este castigo puede ser visto al mismo tiempo como un don divino, tal como Adán y Eva, que abre posibilidades a nuevas opciones. Así, la confusión implica la posibilidad de volver a aprender, superar las diferencias y eliminar el odio. Solo así podrá superar la confusión y aprender un nuevo idioma que lo identifique con el prójimo.
Se puede
observar que historias parecidas se repiten, como en la tradición sumeria
llamada Enmerkar y el
Señor de Aratta que ya se ha explicado en el punto anterior. Un grupo de personas de la
isla de Hao, en la Polinesia, también cuentan una historia similar a la de la Torre de Babel: «Un dios
que enfurecido persiguió a los constructores de la ciudad, destruyó un edificio
y cambió el lenguaje del pueblo, por lo que todos hablaban diferentes lenguas».
En Mesoamérica existe un relato acerca de un hombre
llamado Coxcox y una mujer llamada Xochiquetzal, que luego de naufragar juntos
encima de un trozo de corteza de árbol, llegaron a tierra firme y engendraron
muchos hijos. Sin embargo, esos hijos no podían hablar hasta que un día llegó
una paloma que les otorgó el don del habla, pero en diferentes idiomas y de
igual forma no se podían entender. Entre los Ticuna del Alto
Amazonas se dice que
todos los pueblos fueron una vez una sola y gran tribu, hablando todos el mismo
idioma, hasta que en una ocasión, ellos se comieron dos huevos de colibrí, no
se explica por qué, y posteriormente la tribu se dividió en muchos grupos y se
dispersó al no poderse comunicar.
Otra historia, atribuida por el historiador nativo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (c. 1565-1648) a los antiguos toltecas, afirma que los hombres, después de un gran diluvio, se multiplicaron y entonces se erigió una gran torre o Zacuali, para protegerse en el caso de un segundo diluvio. Sin embargo las lenguas aparecen de repente, se confunden y el trabajo se detuvo.
En la antigua Grecia había un mito cuyo relato decía que
durante siglos los hombres habían vivido sin ley bajo el imperio de Zeus y que todos podían hablar un mismo
idioma dotado por el dios y la diosa de la ingenuidad, Philarios y Philarion.
Sin embargo, en una ocasión, el dios Hermes llevó la diversidad en el habla y
con ella la separación de las naciones, trayendo consigo la discordia. Zeus
entonces renunció a su cargo y cedió su trono al primer rey humano, Foroneo.
En
Wa-Sania, un pueblo bantú de África
Oriental, tienen
una historia acerca del principio de los pueblos de la tierra. Se cuenta que
existía un solo idioma, pero que durante una severa hambruna la locura hirió al
pueblo, haciendo que la gente vagase hacia todas direcciones, farfullando
palabras extrañas y dando forma a los diferentes idiomas.
En su libro de 1918, el antropólogo James George Frazer documentaba similitudes entre los relatos del Antiguo Testamento, como el Diluvio, y leyendas indígenas de todo el mundo. Identificó entonces una historia que se cuenta en la mitología del pueblo Lozi, en donde los hombres malvados construyeron una gran torre de antenas para perseguir al dios creador, Nyambe, que había huido al cielo en una telaraña. Los hombres entonces se pierden cuando colapsaron mástiles de la torre y todos volaron. Frazer también cita las leyendas encontradas entre la gente de la región del Congo, así como de Tanzania, donde los hombres levantaban grandes torres o subían enormes árboles en un fallido intento de llegar a la Luna.
Finalmente, en el Nuevo Testamento se termina redondeando la historia de la dispersión de las lenguas hecha en el Génesis con el relato de la Torre de Babel. En el libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-41) se hace mención al descenso del Espíritu Santo y la restauración del hombre. Esta restauración se manifestó en el Pentecostés con el milagro del «hablar en lenguas». Si en el principio el hombre terminó confundido, ahora esa confusión se superaría en el entendimiento mutuo que hay en las personas que se encuentran con el Señor. El milagro del «hablar en lenguas» del Pentecostés refleja que el amor del dios Yahveh es el nuevo idioma que permite a los hombres entenderse mutuamente.
FIN
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