HISTORIA DEL BAÑO
Por
Rainer Gonçalves Sousa
ENQUETA DE ADELAIDE ABREU-DOS-SANTOS
Actualmente, el desarrollo tecnológico y médico nos
da la falsa impresión de que el hábito de tomar baños, así como otros cuidados
de higiene personal, ha ido mejorando con el tiempo. Uno de los casos más
famosos que refutan esta afirmación se encuentra en la historia de Brasil,
cuando los portugueses estaban intrigados por la costumbre de los nativos de
bañarse varias veces al día. Sin embargo, las peculiaridades del baño no se
detienen ahí ...
Entre los antiguos egipcios, es donde encontramos
los relatos más antiguos sobre el hábito del baño. Según documentos que datan
de hace más de 3000 años, el acto de tomar un baño era sagrado y parecía ser
una forma de purificar el espíritu del individuo. No por casualidad, se tomaron
unas tres duchas en un día. Para muchos especialistas, el ritual terminó por
espantar a esta civilización de diversas epidemias y plagas comunes a la
antigüedad.
En la legendaria civilización
cretense, los baños formaban parte de los intervalos que
ordenaban la celebración de banquetes. Como uno de los pueblos que participó en
la formación de la civilización griega, los cretenses tenían esta tradición
mantenida por los pueblos que habitaban Hellas. Para los griegos, el contacto
con el agua formaba parte del proceso educativo de sus jóvenes. Según las diversas
representaciones de la época, el individuo bien educado dominaba tanto la
lectura como la natación.
Durante la Antigüedad, los romanos, visiblemente
influenciados por la cultura griega, ampliaron la recurrencia del hábito
construyendo el famoso balneario. Un spa consistía en un edificio lleno de
varias salas que tenían vestuarios, saunas y varias piscinas. Algo similar a
los centros turísticos del mundo contemporáneo, algunos de estos edificios
romanos también tenían bibliotecas, jardines y restaurantes.
Si en el Imperio Romano la gente no tenía reparos
en bañarse en estos lugares públicos, en la Edad Media las cosas cambiaron
mucho. El Papa Gregorio I fue uno de los precursores más importantes del repudio
al baño cuando dijo que el contacto con el cuerpo era la vía más cercana al
pecado. De esta forma, el baño se convirtió en una actividad anual y se
realizaba en un simple barril de agua. Aparte de eso, la limpieza diaria se
realizó con paños húmedos.
Si en Occidente la moda del baño estaba en declive,
los pueblos orientales intentaron mantener el hábito muy activo entre su gente
común. En los países de origen turco-árabe, todavía tenemos hamans, lujosos
baños donde los musulmanes se bañan, se afeitan, se someten a sesiones de
masajes, se blanquean los dientes y se maquillan. Con el advenimiento de las Cruzadas, entre los siglos
XI y XIII, la costumbre de bañarse ganó espacio a finales de la Edad Media.
En los siglos XVI y XVII, las nociones de salud y
enfermedad se convirtieron nuevamente en una afrenta al baño regular. En ese
momento, los médicos creían que las enfermedades consistían en manifestaciones
malignas que se apoderaban del cuerpo del individuo a través de sus rutas de
entrada. A partir de esta premisa, la profesión médica concluyó que un baño
excesivo agrandaba los poros de la piel y, por tanto, dejaba al sujeto
susceptible a una enfermedad.
No fue hasta el siglo siguiente, con el auge de la
ciencia de la Ilustración, que el baño se redimió como un medio de atención de
la salud. Sin embargo, las varias décadas de una cultura reacia al contacto del
cuerpo con el agua lograron mantener cierta resistencia al baño. En varios
relatos del siglo XIX, tenemos descripciones de pacientes que fueron obligados
a bañarse por la fuerza.
La popularización del baño solo sucedió realmente
en Occidente a partir de la década de 1930. En ese momento, el lavado del
cuerpo se realizaba los sábados, el mismo día que se cambiaba la ropa interior
de los niños. Después de la Segunda Guerra
Mundial, el proceso de reconstrucción de varias casas
permitió que las duchas se diseminaran por toda Europa. Actualmente, nuestro
baño ya no es un acto público, pero sigue siendo una premisa fundamental para
que los demás tengan una buena impresión de nosotros.
La Evolución del baño por imagines
fin
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