EL DÍA
DE LA MUDANZA PARA LAS ALONDRAS
MITOS Y
LEYENDAS DE MÉXICO
Las alondras jóvenes dijeron, presas de la mayor excitación, a su
madre, cuando ésta llegó al nido, con un largo gusano en el pico:
-¡Madre! ¡Madre! Hemos oído decir aí granjero que mandará por sus
amigos para segar el cereal. ¡Encontrará nuestro nido! ¡Tenemos que mudarnos!
Porque papá alondra y mamá alondra habían hecho su nido en un campo,
bien oculto por las altas espigas de trigo.
-¡Bah! -dijo mamá alondra, mientras cortaba el gusano en partes iguales
para la cena de sus crías-. No hay por qué temer que los vecinos hagan
semejante cosa para él.
-¡Madre! ¡Madre! -gritaron las pequeñas al día siguiente, cuando ella
les trajo una tentadora larva-. ¡Hoy, el labrador dijo que mandaría por sus
tíos, sus sobrinos y sus primos, a fin de que segaran la cosecha!
Pero mamá alondra replicó, tranquilamente:
-¡Bah! ¡Sus parientes! ¡No lo ayudarán a salir de apuros! Y acostó a
sus pequeñuelos.
-¿Habéis oído alguna otra cosa? ¿preguntó al tercer día, cuando les
trajo un gordo escarabajo.
-¡Sí, madre! ¡Sí! -exclamaron sus vástagos, con trémula voz-. Hoy, le
hemos oído decir que el cereal está tan maduro ahora que tendrá que segarlo él
mismo.
-¡Oh Dios mío! -exclamó mamá alondra, con angustia-. Si el labrador
habla de hacerlo él mismo es porque se propone hacerlo. ¡Tenemos que mudarnos
inmediatamente!
De manera que la familia recogió en el acto sus enseres y salió en
seguida en busca de un nuevo hogar, en el bosque. Y lo hizo a tiempo, porque,
al cabo de un rato, llegó el labrador, descargando vigorosos golpes con su
reluciente guadaña.
-Adiviné que eso sucedería -declaró mamá alondra, con aire de
satisfacción- apenas el labrador decidió hacerlo él mismo, en vez de confiar en
amigos y parientes.
FIN
TIPOS DE ALONDRA