LOS TRES PRÍNCIPES Y LA PLUMA DE
LA PAZ
CUENTO DE UN GRUPO DE
NIÑOS
Había una vez un Rey que tenía tres hijos. Era un Rey muy malo
porque tenía planes malvados. Un día un hijo suyo lo descubrió e intentó
detenerlo y entonces el Rey mandó que lo introdujeran en un pudridero. Otro
hijo fue a rescatar a su hermano pero lo descubrieron, entonces él también fue
atrapado. El Rey se sentía angustiado por lo que había hecho con sus hijos y
ordenó a sus caballeros que los sacaran.
Los meses pasaron, el Rey enfermó y al poco tiempo falleció. Antes de que esto
sucediera, dejó una nota informando a sus hijos, que rey sería aquel que ganara
una competencia de valentía. La competencia consistía en luchar contra el
Dragón de la Montaña Roja. Los tres hermanos aceptaron el desafío y partieron
hacia allá.
El camino era largo y espantoso porque siempre era de noche y nunca se
veía el sol. El
Dragón de la Montaña Roja era un enorme animal con cuerpo de serpiente, cola de
león, patas de caballo y alas de águila. Su cola era un arma terrible. Podía
volar y echar fuego por la boca. Al llegar al pie de la montaña los tres
hermanos decidieron llevar a cabo el desafío haciéndolo cada uno por su lado.
Entonces llegaron a un acuerdo y por sorteo le tocó al hermano menor ir primero
a intentarlo.
Cuando el hermano pequeño llegó al pie de la montaña, descubrió que
había una entrada secreta, en forma de cueva, que estaba tapada por el boscaje,
decidió entrar y lo que vio fue un monstruo fuerte y feo que le atacó sin
piedad, pero el apuesto Príncipe se defendió y lo mató con su espada.
Pero cuando el Príncipe se dio la vuelta victorioso y dispuesto a
salir de la cueva para contarle a sus hermanos su triunfo un terrible sonido le
dejó inmovilizado de terror, un viento helado surgió de su espalda y aunque le
dieron ganas de salir corriendo, la curiosidad le venció y volvió su rostro
hacia atrás y cual fue su sorpresa, que al girarse, se encontró con un niño. El Príncipe le
preguntó cómo había llegado hasta la cueva, y el niño respondió que había sido
hechizado por una bruja malvada, encerrándolo en el corazón del monstruo y que
al derrotarle había quedado liberado del hechizo y así los dos juntos salieron
de la cueva dando saltos de alegría.
Fueron corriendo a contárselo a los otros dos Príncipes, y los cuatro
se alegraron mucho de verse. El Príncipe más pequeño le contó a sus hermanos lo que
había pasado. Los otros dos hermanos se quedaron muy sorprendidos y le
preguntaron al niño: «¡es verdad eso! y ¿por qué te hechizaron?» y el niño contestó:
«porque yo era el Príncipe de Francia y quería casarme con la Princesa de
Italia». Esas palabras extrañaron a todos y pronto se dieron cuenta de que el
niño hablaba con acertijos, por lo que su felicidad no podía ser completa, por
eso decidieron enviarlo a su castillo para que descansara y pudiera recuperarse
de la terrible experiencia que había vivido.
Cuando los tres Príncipes se quedaron solos se abrazaron y cada uno se
marchó por un camino diferente hacia la cima de la Montaña Roja donde vivía el
Dragón contra el que tenían que luchar, pero de pronto sopló un viento muy
fuerte, el cuál hizo que los tres Príncipes se encontraran con el Dragón, que
era más grande que un castillo de un millón de pisos.
Los tres se aterrorizaron y se marcharon corriendo. Pero a mitad de
camino, los tres Príncipes se dieron la vuelta y demostrando su valentía se
dispusieron a luchar contra el Dragón y tras una intensa pelea consiguieron
vencerle. Al cabo de unos instantes el Dragón se fue transformando lentamente
en un anciano que les dijo que había sido hechizado por un malvado Rey, que a
su vez era un temible brujo, y este brujo era el padre de los tres Príncipes.
Entonces los Príncipes al conocer la noticia quedaron decepcionados. La maldad de su
padre había quedado sembrada por todo el reino y ellos no querían heredar nada
que estuviese relacionado con el Rey (su padre). Renunciaron al reino y
disfrazándose de simples campesinos emprendieron camino hacia un lejano lugar.
Viajaron hasta llegar a una tierra
desconocida lejos de la maldad de su padre. Los tres hermanos sufrieron mucho
pues estaban acostumbrados a la vida lujosa del palacio y el campo era algo muy
diferente. Por días enteros, sufrieron hambres y miserias hasta que un día su
suerte cambió, encontraron un Ave Fénix que les dijo que si rozaban a cada niño
que naciera con una de sus plumas, lograrían encontrar la paz que tanto
ansiaban. Entusiasmados con la idea los tres hermanos celebraron su dicha
dándose abrazos y emitiendo pequeños gritos. El menor de los Príncipes tomó la
pluma que el Fénix le ofrecía. Al tocarla una sensación cálida nació en la
punta de sus dedos, la cual le protegió del frío. Sus hermanos le imitaron y
juntos partieron rumbo a la aventura. Pero al cabo de un rato, un cuervo les
robó la pluma y se la llevó a la montaña donde habitaba, un alejado lugar donde
moraban pájaros gigantescos, animales tan antiguos como el principio de la
Tierra. El cuervo escondió la pluma en su nido, donde sus crías esperaban desde
hacía tiempo el calor suficiente para salir de su cáscara y la pluma se lo
proporcionó. Cuando nacieron fue inevitable que rozaran la pluma del Ave Fénix,
lo que provocó en los Príncipes un gran desasosiego, ya que las crías del
cuervo eran tan malas como él, pero sucedió que cuando las crías del cuervo
rozaron la pluma murieron todas porque la pluma del Ave Fénix podía vencer la
maldad.
Pero todas no eran crías de cuervo; también había en el nido un huevo
de paloma y con el calor que le proporcionó la pluma nació una preciosa y
blanca paloma, símbolo de la paz, que ayudaría a los Príncipes a llevar en el
pico la pluma del Ave Fénix por todas partes del mundo, rozando con ella a
todos los niños recién nacidos. Así se fue extendiendo la paz por la tierra
que, poco a poco, se fue transformando en un lugar lleno de paz, armonía y
felicidad. Y así los tres príncipes volvieron a su reino dónde vivieron los
tres, juntos, felices y contentos. Y colorín, colorado, este cuento se ha
acabado.
FIN
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