BAMBI Y
LOS AMIGOS DEL BOSQUE
Autor: Felix Salten.
Había llegado la primavera. El bosque estaba muy lindo. Los animalitos
despertaban del largo invierno y esperaban todos un feliz acontecimiento.
- ¡Ha nacido el cervatillo! ¡El príncipe del bosque ha nacido!
-anunciaba Tambor el conejito, mientras corría de un lado a otro.
Todos los animalitos fueron a visitar al pequeño ciervo, a quien su
mamá puso el nombre de Bambi. El cervatillo se estiró e intentó levantarse. Sus
patas largas y delgadas le hicieron caer una y otra vez. Finalmente, consiguió
mantenerse en pie.
Tambor se convirtió en un maestro para el pequeño. Con él aprendió
muchas cosas mientras jugaban en el bosque.
Pasó el verano y llegó el tan temido invierto. Al despertar una
mañana, Bambi descubrió que todo el bosque estaba cubierto de nieve. Era muy
divertido tratar de andar sobre ella. Pero también descubrió que el invierno
era muy triste, pues apenas había comida.
Cierto día vio cómo corría un grupo de ciervos mayores. Se quedó
admirado al ver al que iba delante de todos. Era más grande y fuerte que los
demás. Era el Gran Príncipe del Bosque.
Aquel día la mamá de Bambi se mostraba inquieta. Olfateaba el ambiente
tratando de descubrir qué ocurría. De pronto, oyó un disparo y dijo a Bambi que
corriera sin parar. Bambi corrió y corrió hasta lo más espeso del bosque.
Cuando se volvió para buscar a su mamá vio que ya no venía. El pobre Bambi
lloró mucho.
- Debes ser valiente porque tu mamá no volverá. Vamos, sígueme -le
dijo el Gran Príncipe del Bosque.
Bambi había crecido mucho cuando llegó la primavera. Cierto día,
mientras bebía agua en el estanque, vio reflejada en el agua una cierva detrás
de él. Era bella y ágil y pronto se hicieron amigos.
Una mañana, Bambi se despertó asustado. Desde lo alto de la montaña
vio un campamento de cazadores. Corrió haciá allá y encontró a su amiga rodeada
de perros. Bambi le ayudó a escapar y ya no se separaron más. Cuando llegó la
primavera, Falina, que así se llamaba la cierva, tuvo dos crías. Eran los hijos
de Bambi que, con el tiempo, llegó a ser el Gran Príncipe del Bosque.
Si por el bosque has de pasear, no hagas a los animales ninguna
maldad.
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